Te obsequio mi corazón,
te comparto mi juventud
te obsequio a ti, únicamente, la facultad de llamarme tuya
te comparto mi tiempo
te abro la puerta mis pensamientos, cada hora del día
te invité a que ingreses, y desde entonces te quedaste allí muy cómodo,
sonriendo y jugando en lo más profundo de mi ser
Y tu me obsequiaste el sol y la luna,
y nuestros recuerdos.
Me entregaste la coraza de hielo que te cubría, para que yo la derrita
me regalas tu sonrisa de niño
me muestras tu arte
compartes conmigo a tu compañera de viajes...
Yo respeto tu libertad
y tu respetas mis ganas de volar
y respeto tu pasado, y tu también el mío
respetamos nuestros sueños, nuestras decisiones, nuestros principios,
sin juzgarnos, sin reprocharnos,
hemos cambiado, hemos mejorado, hemos evolucionado
pero seguimos manteniendo nuestra esencia,
la tuya verde y la mía roja
como dos partes opuestas y complementarias de un ying-yang
que nos aceptamos tal como somos,
en cada paso que damos
construyendo piedrita a piedrita
el camino que habitamos
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