Hoy fuiste por un momento a ese rincón de tu ser, oculto y empolvado
Ahí donde guardas los recuerdos de hace muchos años...
Miras al pasado y te llegas a preguntar: en serio yo viví todo esto?
pero también es inevitable que una sonrisa se dibuje en tus labios
En cierto modo te sientes orgullosa por cómo evolucionaste
Ves los recuerdos sembrados en ese rincón olvidado de tu ser
que está ya con telarañas, pero sigue ahí, siendo parte de ti
Y cada vez que lo desempolvas te llegas a sentir nostálgica,
no porque lo extrañas, sino porque sientes que esa persona que ves ya no eres tú...
y que perdiste algo de tí en estos años...
que tu infancia e inocencia se perdieron entre las hojas que escribiste en tus diarios,
como polvo adherido a los delgados dedos del destino,
sabiendo que nunca volverán...
Y esa niña de dos colitas se perdió en los años
ahora es toda una mujer, que piensa y sueña con que un futuro todavía lejano se haga más cercano
pero que a veces desea volver a ese castillito de ilusiones,
donde la inocencia no fue cien por ciento inocente, solo Dios sabe por qué.
Pero donde las cuestiones sobre la vida no existían
y la imaginación no tenía límites
A veces logro divisar ese castillo, y veo que en lo alto todavía juega la niña de las dos colitas,
tal vez incluso llego a tocar la puerta del castillo,
pero nunca más volveré a disfrutar de sus cuartos de caramelo.
Y lo más paradójico es que lo contemplo mayormente cuando estoy con mi príncipe...
Es paradójico que algo que merece tanta madurez como es tener una relación pueda llevarte a contemplar ese castillito y hasta sentirte como la niña de dos colitas de nuevo.
Supongo que es porque
la felicidad y pureza del amor son similares a la felicidad y pureza de la inocencia y la infancia.
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