Estaba a punto de entrar en la sombra,
lanzarme al abismo,
deslizarme en lo desconocido de la anonimidad,
dejar que me trague la melancolía
para abandonar lo que algún día fui
para despedirme para siempre de Rojita...
Hasta que apareciste tú
después de una prolongada ausencia,
o tal vez siempre estuviste ahí y no lo note
por estar más pendiente de salvarme yo sola
o por estar más ocupada en hundirme con algo de honor
pensando intensamente en todo lo bueno que había terminado...
Tomaste mi mano
y en la oscuridad pusiste música lenta,
me tomaste de la cintura y comenzamos a bailar,
mirándonos a los ojos.
Al principio con una sonrisa melancólica
que evocaba los recuerdos de nuestros años juntos,
de nuestros encuentros en el quinto piso
de nuestro amor desenfrenado
Pero después esa sonrisa se despintó de melancolía
y fue adquiriendo color
fue adquiriendo realidad
En ese baile uniste los pedazos de mi alma
en ese baile amarraste mi ser a mi cuerpo
diciéndome que Rojita era de quien te habías enamorado
pidiéndome que no la deje partir
sosteniéndome para que no avance hacia la oscuridad...
Ese baile, entre lágrimas y sonrisas
entre nubes y sombras
entre cicatrices y luces de color
fue lo decisivo para decidir levantarme
para reavivar mi interior
y darle la chispa al fénix para revivir...
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