La noche nos cubría, mientras la lluvia se empezaba a desatar, y gotas gruesas resbalaban por los vidrios de los autos.
La gente corría a refugiarse, abría sus paraguas, escapando de ser mojados, desesperada por encontrar la manera de llegar a sus destinos, porque se avecinaba una gran tormenta
Y yo caminaba por esas mismas calles, que al darme cuenta que se iban humedeciendo desaceleraron mi paso, dándome ganas de entrar en contacto con la lluvia.
Y mientras caminaba lentamene las gotas de agua empezaron a mojar mi ropa y empapar mis cabellos.
Me crucé con gente que corría para no mojarse, y me miraba raro por no hacerlo también, mientras que lo que yo buscaba era empaparme, comunicarme con la lluvia, dejar que ella me dé algo de su frescor para poder respirar profundo y saber que todo iba a estar bien.
Y mientras caminaba pensaba en todo, calmadamente, rezando a Dios.
La lluvia, tan tranquila, tan pacífica, tan pura. Ojalá pudiera transmitirme algo de su energía, y con ella esas cualidades.
Sé que debo mantener la calma, pensar positivamente o no pensar en lo absoluto. Y me busco distracciones, sonrisas, bromas, mecanismos de defensa para ocultar lo que realemente pienso y siento.
Que puede que no sea nada, o sea todo...
Solo Dios sabe lo que pasará. Y siento que me habla en cada gota de lluvia, diciéndome que todo saldrá bien. Y yo confío en que así sera. No estoy sola. Te tengo a tí a mi lado, y eso es lo mejor que podría pedir. Y sé que juntos saldremos adelante, Dios nos guiará. Solo espero que el miedo no me paralice, y que tú no me tengas que cargar en esta cuesta que siento que atravesamos....
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